miércoles, 15 de octubre de 2014

Dar nombre

Vértigo desde un séptimo piso. Lanzadera sin cinturón y boca abajo. La sensación de ser demasiado pequeño para un sitio tan grande. Nudo mental, mariposas en el corazón y latidos en el estómago. Nervios en el cajón del olvido, por si algún día llega a estar allí lo que tanto he recordado.  
Centrándome sin más, te hablo de tú a tú, Miedo, porque para describirte no valgo.
Yo sin saber como será todo, y llegas tú contándome con pelos y señales las consecuencias de todas las hipótesis que me atemorizan. No querer ser olvido ni recuerdo, ser el presente siempre de lo que quiero. Y llegas tú dejando claro que el tiempo pasa y mata lo que no se cuida, me haces barajar la posibilidad de caer en la eternidad de aquello que nunca quise ser. Sin mi permiso, allanamiento de morada al pensamiento.
Yo, que me he sentido atacada por ti. Tú, que ahora vienes y me enseñas que contigo valoro, protejo, y lloro pero aprendo. Porque visitas mis alegrías y las manchas de ti.  Yo, que me hago valiente a tu costa, ignorando lo que puedes traerme en tu próxima visita. Tú, que me das lecciones de egoísmo y del querer. Y es que me aterrorizas y te tengo estima a la vez, me enseñas a ganar sabiendo que mañana puedo perder.
Yo, que soy muy mía para casi todas las cosas, y barro mis ideas para limpiar lo de fuera y ensuciar sólo mi cabeza, apareces tú y me obligas a sentir, sentir , sentir y sentir.  A volar sin olvidar la distancia que hay al suelo, por si las hostias. 
Yo, creyendo que me castigas por presentarme al dolor,  vas y me dices que lo que duele no es dolor, que es ausencia, es hueco, y que por tanto son restos de vida, son resquicios de algo que me hizo bien, y que por ello nunca llore cuando duele. Tú, me obligas a decirle al dolor que si es por eso, encantada de conocerle.
Desde aquí con tantas ganas de todo, pongo en lista de espera a mis ganas, porque bien me has enseñado tú, que no sólo vale con querer. Que hay que poder, valer, y a veces los astros también tienen que alinearse, porque joder, depende para quién, muchas veces falta suerte.
Tú, que te mereces mis respetos, y guardas mis temores para vestirme en la mejor ocasión. Te doy las gracias, porque sin ti perder, o barajar la posibilidad de hacerlo,  no valdría de nada.



Fdo: sentirte es complicado