Mi vida con ganas de tregua, tú con ganas de más. Yo
intentando un cuerpo a tierra, tú con mil balas aún por disparar. “La vida es
un interminable ensayo que nunca se llegará a estrenar”. Tú tan de manual y yo
tan de improvisto. El mar del mal siendo testigo, de las horas derrochadas en
tus putos cigarrillos. Parece que sabes cuándo te escribo en el vacío más
absurdo, parece que sabes cuándo gasto mi tinta en tu busto, en palabras que no
llegan más lejos que a mi inocencia, la cual se siente aliviada con poco, le
consuela oler tu esencia. Lunares, ojos y sonrisa, puntos cardinales que me
hacen olvidar las prisas. Lunares que dan vida al arte de tocarte,
perseguir tus marcas, jugar a pintarte por partes. Los ojos valientes me dan lo
que me quitan tus palabras cobardes. Tu sonrisa, puerta de más vicios que de
besos sinceros, esconde en sus rincones la verdad de tus versos. Aún rebelde y
maliciosa, jamás he conocido nada tan parecido al paraíso. Nada en el mundo
acaba si tú mismo lo evitas, y yo no hago otra cosa más que provocarte. Mis
hipótesis te barajan, mis probabilidades te esperan, mientras mi suerte y mi
karma se pelean para que el azar no te deje a cero.
Me pesas en el alma y generas caos, me distorsionas las
decisiones por si llegas, porque si apareces, todo el que esté presente, a tu
lado pierde.
Creo quererte. Más que siempre, todos los días siguientes
más que todos los ayer del mundo.