miércoles, 17 de septiembre de 2014

Zapato derecho, pié izquierdo.

Efectos secundarios de males menores. Mi mayor error llegó al mundo el día que alguien que no era yo supo mis temores. El sentido común como el menos común de todos los sentidos. Reglas aprendidas de memoria y metidas a bocajarro. Les diremos quienes somos, ellos nos dirán cómo y cuándo. Un mundo que se va de las manos paso tras paso. Sentir que no encajo en la casilla que me ha tocado. Haz lo que te diga pero no lo que yo hago.  Fallo caigo y me levanto, quedan rastro de las derrotas en rodillas muñecas y alma, la voz se quiebra y la mirada tiembla, te delata el rostro. Y cuando silencies te dirán que quien calla otorga, y otorgarás por preferir la  paz contigo a la guerra con el resto. Tu gesto, capitán de tus señales, allí donde mires será por donde andes.  Permanece en calma, la tormenta cesa, y tus vaivenes cesarán antes que la tierra llegue. Bailar a piés cruzados y sentirte en orden,  saltar la barrera y sentirte grande,  lo prohíbido siempre te resultará más tentador, dicen las madres.  Los pasos marcados quedan vulgares, nunca habrá nada como escuchar  tu melodía y ver como tu cuerpo define sus propios ritmos.  Hacer ruido al beber y cambiar los pasos que sigue el resto, combinar rayadas y cuadros y lucir preciosa, que tu belleza como más presente está es recién levantada y con un un pijama de esos que queda bien grande. De blanco en invierno y de negro en verano, cortátelo cuando el resto lo lleve largo, décorate de vez en cuando. Pero nunca pierdas de vista la esencia de eso que ves cuando te miras al espejo.

 Las normas para los cuerdos, mientras tanto nada me resultará más divertido que perder mi sano juicio por alguien que me vuelva loca.


Zapato derecho, pié izquierdo. Que siga el baile

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