jueves, 25 de noviembre de 2010

Yo

Seamos claros. No soy lo que buscas. Nunca lo he sido. Y nunca lo seré.
Te valdría si necesitas una chica al lado que tropieza ochocientas mil veces con la misma piedra, y justo cuando acaba de levantar del subsuelo vuelve a tropezar. Esta soy yo. Alguien que comete errores. Alguien que se equivoca todo el tiempo. Saco a la gente de mi vida sin querer. Se van porque soy una estúpida y no sé mantener la boca cerrada. No les gusto. No le gusto a casi nadie.
Quizás es porque hablo demasiado o porque no aguanto tres minutos seguidos con el culo enganchado a la silla. No lo sé. De verdad que no tengo ni idea. Pero sé que no soy lo que buscas. No soy lo que estás buscando, lo siento aquí, aquí dentro. No me digas como lo sé, pero lo sé. Además, que no. Que lo nuestro sería imposible. Gafe. Tengo un nosequé rondando todo el rato que hace que cualquier que se acerque a mí acabe arañado. Tengo la sensación que hay algo en medio de todo esto. Una cosa que imposibilita que pase lo que yo deseo que pase.
Una cosa que me aleja del que realmente quiero tener cerca. A veces me da para pensar que puedo ser yo el motivo mismo de esta lejanía. Otros me doy cuenta que no podría haber hecho las cosas de otro modo, que no hay una forma mejor de actuar en mí y que, por lo tanto, no soy yo la culpable de esta cosa que ni siquiera controlo. Para empezar, me encantaría tener claro lo que quiero para poder ir a por eso. Creo que últimamente no lo tengo claro, y quizás es esto y no otra cosa lo que me paraliza. Es cómo si se hubiera quedado enquistado, como si no existiera ninguna manera de eliminar lo que está naciendo dentro mío. Lo que está naciendo y no quiero.
Abortaría una y mil veces esta sensación, le condenaría al olvido en el tercer cajón de una cómoda que ni siquiera me pertenece para no recordarla más que cuando el solo hecho de recordar lo que todavía no he olvidado no produzca ni por un segundo un miligramo de dolor, de angustia o de miedo. Si tuviera que ordenar ahora mismo estas tres palabras desde la que más me hace sufrir, si tuviera que ordenar.. Si tuviera que ordenarlas de seguro el miedo las ganaría a todas, seguido por la angustia que empapa hasta la última de mis acciones. El dolor siempre pasa a un segundo plano, o a un tercero, o se queda a mitad de la puerta produciendo una sensación de angustia acojonantemente incómoda.Y no puedo. No me atrevo. Tengo miedo. Dejé de verte como una persona, una mitad. Voy a pasar a considerarte una parte más de mi cuerpo. Una extremidad.Una parte vital.

Y ahora, qué? Pues, que me he auto-amputado esta parte, porque me hacía daño, me oprimía. Pero ahora, me hace falta. Noto su ausencia. Siempre pensaba en tí a la hora de escribir. Escribiera lo que escribiera. Y, de hecho lo estoy haciendo ahora. Pero sólo de pensar que ya te he perdido. Que todo ha sido culpa mía. Que siempre hago las cosas instintivamente.
Que me asusto y echo a correr. Evito los problemas... Y todo ha sido culpa mía. Me quedo sin palabras. La inspiración, se va. Nada. Silencio. Joder! No sé lo que quiero. No estoy preparada para una relación. No quiero que volvamos. No puedo (ni quiero) ponerle nombre a todo esto.
Eres (eras) especial. Estoy perdida No se cómo decírtelo. No se cuando decírtelo.
No sé si me querrás escuchar No creo que me entiendas. Me asusta tu reacción. Tengo miedo...
Miedo a que me olvides. Miedo a no poder sobrevivir .A que este sentimiento me supere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario